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Chistes de circo

Si por lo general entrar en un circo ya es como cambiar de planeta, qué puede pasar cuando faquires, domadores y trapecistas ponen en marcha todas sus habilidades

Un domingo llegó el circo a la ciudad. Durante toda la mañana, el dueño estuvo colocando pósters gigantes donde se anunciaba, con orgullo, la visita del circo con el león más feroz jamás visto…. ¡Por solo 50 euros la entrada!

A la hora de la función no había nadie a las puertas de la inmensa carpa, así que el dueño decidió bajar el precio y los altavoces comenzaron a radiar:

-¡Venga a ver al león más feroz nunca antes visto, por solo 30 euros!

Pero nadie llegaba, y así siguió bajando el precio: por solo 20 euros… 15 euros… 10 euros… y nada, hasta que al final se oyó por los altavoces:

¡Pasen a ver el león más feroz, totalmente gratis!

En menos de quince minutos, la carpa estaba repleta a reventar. El dueño del circo miró el escenario, miró las localidades llenas de gente, puso estacas alrededor de la carpa y después dijo:

-A 200 euros la salida porque, ¡vamos a dejar libre al león!


Dos faquires se encuentran en sus respectivas camas de clavos. y uno le dice al otro:

-Mañana voy al dentista.

-Tú como siempre, ¡no piensas más que en el placer!


Un circo andaluz está recorriendo toda la Península con sus actuaciones estelares. En un pueblo de Castilla, un joven se enamora locamente de la trapecista y decide declarársele. Por la noche, se acerca al camerino de la muchacha:

-Pisha – dice ella-, ¡qué zuzto m’has dao!

-No quería asustarte, es que te he visto en la actuación de ayer, y en la de esta mañana, y en la de esta tarde y… creo que me he enamorado y quiero quedarme contigo.

-Pero ezo e’impozible mi arma. Tengo novio.

El chico no se da por rendido:

-Y tu novio, ¿es celoso?

-No, mi arma. Es er payaso.


-Buenas tardes, vengo porque he leído en el periodico que quiere vender un perro que habla, y como soy el propietario de un circo estoy muy interesado en él. ¿Le importa si compruebo que realmente puede hablar?

-Pues claro. Pregúntale. Se llama Palabro.

-A ver, Palabro, ¿puedes hablar?

Y ante los atónitos ojos del dueño del circo, el perro contesta:

-Pues claro. Y también sé lanzar cuchillos con los ojos vendados mientras pedaleo en uniciclo sobre el trapecio.

-¡Pero esto es increíble! ¡Este perro es una mina! ¡Con él puedo conseguir que mi circo sea famoso! Y dígame, ¿cómo es que quiere venderlo?

-Es que es más mentirosoooo…